Al hablar de Internet de las cosas se alude, casi siempre, a la forma en que las máquinas conectadas cambiarán nuestra vida diaria en un futuro no muy lejano. Sin embargo, no afectará sólo a lo cotidiano, sino a otros ámbitos como el industrial.
Conscientes de esta realidad, en algunos ámbitos se ha acuñado ya el concepto de Internet industrial de las cosas (IIdlC) para aludir a la revolución que puede suponer esta innovación tecnológica para los procesos de fabricación, almacenamiento y distribución.
En esa línea lo ha entendido también consultoras como Accenture, que ya han realizado algunos estudios sobre el Internet de las Cosas. El último de ellos, que se centra justamente en el crecimiento no convencional del negocio de las empresas a través del IIdlC, predice que la inversión en el Internet de las Cosas será de 500.000 millones de dólares en 2020, un 2.400% más respecto a los 20.000 millones de dólares invertidos globalmente en 2012. Del mismo modo, la expectativa de creación de negocio a través del IIdIC es de 15.000 millones de dólares para 2030. Pero ¿qué supone esto para la Industria en general? Y sobre todo, ¿cómo aprovechar al máximo esta nueva revolución tecnológica?
Por ahora, el IIdIC se ha utilizado para mejorar la eficiencia productiva, introduciendo la automatización y técnicas de producción más flexibles para reducir costes y optimizar recursos; y para el mantenimiento predictivo de los activos, de modo que se mantengan los máximos estándares de calidad al menor coste posible (se podría ahorrar hasta un 12% en reparaciones, reducir costes en un 30% y eliminar un 70% de las averías).
Pero este es sólo el primer paso, y, como señala Accenture, el IIdIC puede ser también una herramienta para potenciar el crecimiento: aumentando la producción y ayudando a crear nuevos modelos de negocio; impulsando la innovación; y transformando la mano de obra.
Nuevos modelos, innovación y puestos de trabajo
Si hasta el momento la Industria, en general, se ha centrado en el producto, con la irrupción del IIdIC, ha llegado la hora de pensar más y más en servicio, y obtener un híbrido entre ambos conceptos. El hecho de que los productos puedan transmitir información y/o comunicarse con otros productos, máquinas y personas, le añade un nuevo valor en forma de servicio, y ayuda a fidelizar al usuario.
De esta manera, la Industria manufacturera será cada día más, partner y , a veces, competencia de la Industria tecnológica, los desarrolladores de software y de aplicaciones móviles. Pozos de petróleo que informan a las empresas de transporte de combustible sobre los niveles de producción; neumáticos con sensores que ayudan a optimizar la conducción y, a la par, comunican necesidades de cambios o reparaciones; sistemas de analítica que ayudan a reducir los tiempos de interrupción del servicio por reparación en las aerolíneas; y todas las aplicaciones imaginables.
Como ya se ha dicho, una de las características del Internet de las cosas, es la captación de información a través de los objetos o productos y su uso. El análisis de esa información dará lugar a nuevos escenarios de innovación, basados en la detección de necesidades reales y la anticipación de la demanda futura de productos y servicios. Combinada con los datos tradicionales, la información que aportará el IIdIC facilitará la toma de decisiones en tiempo real, potenciandola innovación y la creación de valor.
Finalmente, aunque el IIdIC derivará en la eliminación de determinados perfiles profesionales, y por lo tanto tendrá su consecuencia en la desaparición de algunos puestos de trabajo, también generará nuevas necesidades, y por lo tanto, requerirá de profesionales aptos para cubrirlas.
Adelantarse a esta realidad y llevar a buen puerto estas posibilidades del IIdIC requiere también de ciertas actitudes en la empresa.
- Será necesaria cierta audacia, por ejemplo para adelantarse a la demanda del mercado, pero también para llegar a nuevos acuerdos con proveedores, socios y partners y pensar no sólo en nuestros clientes, sino también en los suyos.
- Metidos en harina, será necesario crear y revisar procesos de fabricación, de trabajo, distribución y venta.
- Requerirá revisar costes de oportunidad, retorno de la inversión, y precios de venta en escenarios variables.
- Y finalmente, revisar a fondo la forma en que se comercializan los productos, ahora también definibles como servicios, y adaptar la fuerza de ventas y las alianzas con terceros y las estrategias comerciales.
Como puede verse, el IIdIC impacta de lleno en el negocio, y en ese sentido se configura como el motor de una auténtica revolución industrial. ¿Estamos preparados?
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