Business InsightsIT
2 octubre, 2014

¿Por qué inquieta tanto el Internet de las cosas?

Ahora que acaba de salir al mercado el último libro del  sociólogo y asesor político Jeremy Rifkin, toma plena actualidad el llamado “internet de las cosas”. Este concepto, acuñado a finales de los 90 para referirse a la interconexión digital de objetos cotidianos con Internet, sirve a Rifkin para predecir un futuro en el que se subvierte el orden de relaciones actual hasta el punto de cambiar todo el sistema social y económico. Sin llegar al extremo de los postulados esgrimidos por Rifkin en La sociedad de coste marginal cero. El Internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo, basta constatar, hoy mismo, que son muchos los objetos que se comunican solos entre sí y que esto ha cambiado definitivamente la forma en que los utilizamos e influyen sobre nuestra vida.

En el ámbito del hogar, por ejemplo, ya existen frigoríficos conectados a internet, que avisan a sus propietarios del nivel de existencias de sus productos; algunos ya realizan automáticamente el pedido al supermercado desde el propio aparato, cuando es necesario. Aplíquese esta idea al papel de una impresora, o sus cartuchos de tinta, y cualquier otro consumible, del hogar, de la oficina, o incluso de una cadena de fabricación, y se entenderá el efecto que puede tener esta tecnología a nivel comercial.

Ante este panorama, se aventura clave la innovación, por un lado, y la adopción temprana de estas tecnologías. En sectores muy competitivos, el desarrollo de aplicaciones que conecten productos, cadenas productivas o de procesos, y clientes, asegurará una importante ventaja sobre la competencia. En primer lugar porque permitirá abaratar costes a largo plazo. Por otra parte, porque mejorará la satisfacción del cliente. Y finalmente, porque aumentará la demanda, un fenómeno que está en la génesis del internet de las cosas al ser un potenciador de la comunicación.

Pero, yendo más allá, si se aúnan las posibilidades de un CRM, por ejemplo, con la capacidad de interacción que proporciona el internet de las cosas, el beneficio podría multiplicarse de forma exponencial. Sin duda, almacenar datos sobre el comportamiento de los objetos interconectados aportará una valiosa información sobre sus propietarios, y permitirá mejorar la predicción sobre su tendencia de consumo. Por lo tanto, el internet de las cosas va mucho más allá del gadget práctico que ahorra tiempo y resulta cómodo; es también una ingente fuente de datos, que ayudará a modelar la oferta de productos y servicios adaptándola a las necesidades del mañana. Hemos dado, de nuevo, con el Big Data

Finalmente, frente a quienes predicen pérdidas de empleos y cierres de empresas a causa de esta nueva tecnología, como ya hicieran los luditas en el siglo XIX con la aparición de las primeras máquinas, se abre un inmenso abanico de posibilidades, tanto profesionales como empresariales. ¿Quién, sino personas y empresas, se encargará del desarrollo de aplicaciones, su actualización y venta? ¿Cuántas nuevas necesidades (y nuevos negocios que las atiendan) surgirán a la sombra de estas tecnologías?

Después de todo esto, se entiende que el internet de las cosas sea un concepto en boga, que cause inquietud y que despierte tantos apasionados acólitos como encendidos detractores. Unos y otros dilucidarán pronto qué parte de razón tenían al pregonar, unos, y alertar,  los otros, sobre el Internet de las cosas; y seguramente alguien esté desarrollando ya una aplicación para predecirlo …

Sobre el autor

Prodware Marketing

El equipo de comunicación del departamento de marketing de Prodware

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