Del mismo modo que el Retail, al que aludíamos recientemente al hablar de los retos que plantea la innovación en distintos sectores, la industria manufacturera se enfrenta ya a nuevas tendencias tecnológicas, que determinarán su futuro.  La capacidad de los distintos actores del sector para entender esas tendencias y el modo en que responderán a ellas será clave para su supervivencia en un ecosistema cada vez más dinámico, competitivo y cambiante.

Nuevas formas de producir
Las nuevas tecnologías de fabricación englobadas bajo el término de Additive manufacturing, como, por ejemplo, las impresoras 3D, se están extendiendo con rapidez y se hacen cada día más accesibles. En 2012 el mercado global de estas tecnologías alcanzó los 1.700 millones de dólares, un 29,4% más que en 2011. Esta tecnología acorta los tiempos en los procesos de investigación y desarrollo y optimiza la eficiencia, lo que determinará, a su vez, nuevas formas de producir.

Micromecenazgo e innovación
El micromecenazgo es una tendencia creciente en el ámbito de la investigación y el desarrollo de nuevos productos, y gracias a esto, las preferencias de los consumidores se están integrando con cada vez mayor rapidez en los procesos de fabricación. En cierto modo, el micromecenazgo permite que cualquiera sea inventor, o cofabricante de un producto,  y esto tendrá claras repercusiones en los procesos de manufactura. De hecho, se estima que en 2013 un 75% de la innovación desarrollada por los fabricantes de bienes de consumo tuvo su origen en el micromecenazgo.

Big Data y cadena de suministro
El aumento de datos en los distintos eslabones de la cadena de suministro está llevando a los fabricantes a desarrollar más esa misma cadena y hacerla más dinámica. Una correcta gestión de la ingente cantidad de información, el llamado Big Data, permite a los fabricantes suministrar ahora el producto de forma más rápida, más económica y con menor impacto medioambiental, ya que agiliza la comunicación y coordinación de datos entre todos los eslabones de la cadena. Por ese motivo ha aumentado exponencialmente el uso de las soluciones de cloud computing, software en la nube, concretamente un 40% de 2011 a 2012.

¿Cómo responder a estos retos?

La respuesta a estas tendencias en el sector manufacturero ha sido variada y es un espejo de las mismas ya que se debate entre la integración y la colaboración.

Por una parte, los actores implicados en la industria se están focalizando en mejorar la experiencia de compra en cada estadio del desarrollo del producto. Es decir, se ha empezado a implicar al usuario final en la creación del producto, incitándole a dar sugerencias sobre cómo debe ser. Así se concibió, por ejemplo, FIAT Mio, un modelo de automóvil urbano muy popular que se diseñó  de acuerdo a 10.000 sugerencias, enviadas por las 17.000 personas a las que se ofreció la posibilidad de hacerlo.

Por otra parte, si bien producir en un mundo globalizado supone competir con más fabricantes, también ofrece la posibilidad de contar con más actores en el proceso de creación, no sólo en la concepción, como comentábamos anteriormente, sino en siguientes fases de la fabricación. Por ejemplo, General Electrics (GE) lanzó recientemente dos concursos de forma global en torno al uso de “Additive manufacturing” (nuevas tecnologías de construcción) para diseñar partes de la iluminación de un avión. Al ser atendida por inventores, diseñadores industriales y creativos de todo el mundo la petición permitió a GE incrementar exponencialmente su capacidad de innovación y liderar el mercado a un coste relativamente bajo.

Finalmente, las empresas están dando una vuelta de tuerca al término competitividad, para acercarlo al concepto de colaboración. Frente a una mentalidad que era restrictiva con la entrada de nuevos actores en el mercado y opaca en cuanto a la transferencia de conocimiento, las empresas están ahora más abiertas a colaborar. Por ejemplo, se están sentando junto a sus competidores para pactar estándares, en lugar de tratar de imponer sus prototipos, y propiciar de este modo la complementariedad entre sus propios productos y los de los demás. Y lo han hecho tras concluir que eso no sólo favorecerá al consumidor, sino que potenciará la salida de su propia producción, al hacerla más práctica, manejable y útil.