Hace unas semanas, Amazon sorprendía al mundo con un nuevo concepto de supermercado físico sin cajas, sin dependientes y aparentemente sin esperas. Desde entonces, muchas voces se han alzado a favor o en contra de esta reformulación de los establecimientos tradicionales. Sin embargo, este movimiento del gigante tecnológico pone de manifiesto que el modelo de compra física no va a desaparecer, sino que se transformará para convivir junto al comercio electrónico.

La permanencia de la compra física es precisamente la gran baza de estos retailers, que ya disponen de la infraestructura y de la presencia geográfica. Sin embargo, deberán emprender una gran modernización para no quedarse atrás. Mientras se difuminan los límites entre los canales electrónicos y los físicos, su principal reto es adaptarse al modelo omnicanal.

[bctt tweet=”El consumidor busca en la tienda física un valor añadido que no le ofrezca el #ecommerce” username=”ProdwareES”]

Frente a los británicos (48,9%) o los franceses (34,8%), en España solo un 13% de los consumidores realizan sus compras de supermercado de principio a fin en canales online. Es más habitual buscar, comparar y elegir a través de internet para terminar el proceso en la tienda. Pero esta preferencia no implica una fidelidad absoluta al supermercado tradicional. Al contrario, el consumidor busca un valor añadido que no le ofrezca el comercio electrónico.

Ver, tocar y sentir

Si las emociones juegan un papel cada vez más importante en las decisiones de compra, la percepción sensorial es uno de sus elementos clave. De hecho, las principales reticencias de los consumidores a la hora de comprar alimentos frescos por internet son la calidad de los productos (64%) y la imposibilidad de verlos y tocarlos uno mismo (63%).

Hoy por hoy, no existe ninguna tecnología capaz de imitar completamente las sensaciones de elegir un melón, seleccionar una pieza de ternera o comprar un bollo recién horneado. La percepción del peso, el tacto, el olor o las imperfecciones que solo se aprecian en persona no se pueden sustituir. Sin duda, este es el principal factor de las tiendas físicas y el que más tienen que explotar.

Vivir la experiencia

Los consumidores buscan disfrutar de una compra relajada en un ambiente agradable. Pasillos anchos, espacios limpios y ordenados, información sobre productos (posibles recetas, datos nutricionales, origen, etc.) e interacciones útiles y personalizadas son algunas de sus preferencias.

Para ponerse al día, los supermercados están incorporando tecnologías que convierten la compra en una experiencia memorable. Existen, por ejemplo, detectores de temperatura y humedad que adaptan las condiciones al entorno, becons y geolocalización GPS que ofrece promociones personalizadas a los usuarios que pasean por la tienda o sistemas de etiquetado inteligente que aseguran una completa trazabilidad de los productos.

Comprar tiempo

El consumidor no quiere ir a un supermercado y perderse entre los pasillos sin encontrar el producto que busca o hacer colas para pedir, para pagar, etc. Lo que quiere es que el proceso sea rápido y fácil. La clave está en llevar al canal físico la simplicidad extrema del canal online, la forma de compra más sencilla que se haya visto jamás. Esto requiere una completa reformulación del propio concepto de supermercado poniendo énfasis en los puntos críticos para el consumidor.

Esta transformación afecta a la cadena completa, desde la logística (aprovisionamiento, colocación, gestión de existencias, etc.) a la atención al cliente (asistencia en tienda, sugerencias, opciones de pago, etc.) y a los servicios posventa (formas y plazos de entrega, garantía, devoluciones, etc.). Los establecimientos deben disponer de soluciones tecnológicas específicas para agilizar al máximo estos procesos, evitar esperas y ofrecer el mejor servicio.